La tecnología y los retos del transporte público en 2023

Aumento de la eficiencia operativa, mejora de la experiencia del usuario, reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, uso más asertivo de las inversiones e injerencia directa en la resignificación del entorno urbano. Entender cómo la tecnología puede colaborar con los gestores del transporte público de viajeros y las empresas privadas del sector para elevar la calidad del servicio y ser decisiva en la transformación sostenible de las ciudades.

La tecnología y los retos del transporte público en 2023

Mejorar la experiencia del viajero en el transporte público, hacer más eficiente el servicio, acelerar la transición energética de las flotas de autobuses y optimizar los recursos y las inversiones  – reduciendo gastos y residuos – son algunos de los retos prioritarios a los que deberán enfrentarse los agentes públicos y privados que operan en el sector en 2023.

Unas demandas que buscan satisfacer el deseo de la población de desplazamientos más ágiles, accesibles y seguros, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) del sistema, preservar el medio ambiente, hacer viable económicamente la actividad y contribuir decididamente a la transformación sostenible de los grandes núcleos urbanos.

Una agenda compleja que tiene como telón de fondo la persistente subida de los precios de la energía – provocada por la inflación mundial pospandémica y la guerra de Ucrania –, la emergencia climática y una sobrecarga demográfica en las ciudades: en 2050, el 70% de la población vivirá en zonas urbanas, según estimaciones de la ONU.

Para acelerar esta confrontación tan diversa como voluminosa, municipios, empresas y organizaciones vinculadas al transporte de pasajeros han buscado respuestas en la tecnología y la inteligencia de datos.

La transformación digital del transporte público es una tendencia que debería cobrar aún más fuerza a partir de este año. Herramientas innovadoras y disruptivas, generadas a partir de arquitecturas de sensores inteligentes (IoT), procesamiento distribuido de datos (edge computing), bandas 5G de alto rendimiento y geoposicionamiento vía satélites han sido utilizadas para resolver la ecuación de la movilidad urbana.

Los sistemas de transporte inteligentes, creados para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, apoyados por políticas públicas basadas en datos que tienen como objetivo garantizar el derecho de ir y venir de una manera amplia y democrática, con impactos positivos en la salud, la economía y la seguridad de las ciudades, y para el medio ambiente global, son fundamentales para una movilidad urbana más eficiente.

Mais Bytes, Menos Bus

La creciente prevalencia de la tecnología inteligente y conectada ha estado cambiando la forma en que las personas viven, se mueven e interactúan con los sistemas de transporte público. Un proceso basado en la captura, procesamiento y análisis de datos, tanto de fuentes históricas como de última hora, para guiar la gestión, operación y planificación integral de la cadena que sustenta el desplazamiento humano en las ciudades.

En la columna vertebral de este enfoque, ciertas tecnologías han destacado por su uso ágil e integral, así como por los resultados que han obtenido.

Redes de sensores y dispositivos (IoT) conectadas a Internet: recopilan y emiten datos en varios puntos del ecosistema de transporte, proporcionando conciencia situacional en tiempo real.

Edge computing:  procesa información en el borde que permite ajustes inmediatos y/o automatizados en la operación del sistema, apoyando el control del tráfico y brindando más eficiencia y calidad al servicio.

Seguimiento por satélite (GPS): la flota informa sobre el tiempo medio de desplazamiento de las líneas y alerta sobre posibles cuellos de botella en la fluidez, causados por obstáculos en la carretera o accidentes de tráfico.

Cámaras de inteligencia artificial (IA):  colaboran no solo en el aspecto de seguridad -con software de reconocimiento facial- sino también en el control de accesos y la contabilidad de pasajeros.

Software con aprendizaje automático (ML): analice datos para crear o modificar rutas, con el objetivo de reducir los tiempos de viaje, el desgaste del vehículo, el uso de combustible y, en consecuencia, las emisiones de carbono.

Finalmente, las agencias meteorológicas proporcionan información valiosa sobre el clima de la ciudad, señalando los riesgos potenciales de ocurrencias como lluvias y tormentas eléctricas que podrían causar daños al sistema de transporte.

Todo este «big data» también necesita una infraestructura física y digital para la integración de la información, capaz de producir inteligencia de datos que promueva una mayor asertividad en las decisiones del gestor público. Un centro de comando y control (C2), apoyado por un centro de datos robusto y de alta disponibilidad, así como equipos profesionales especializados en extraer valiosos conocimientos de esta fuente inagotable de conocimiento.

Con un transporte público más inteligente y basado en datos, no solo las poblaciones urbanas tendrán opciones de movilidad más confiables y accesibles, sino que también los agentes de tráfico se beneficiarán de una mejor visibilidad y control sobre la seguridad del servicio prestado.

Transición energética

La descarbonización del transporte público es otra agenda prioritaria del sector para los próximos años. Según una encuesta del Banco Mundial, el transporte terrestre de pasajeros representa el 6% de las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas al transporte por carretera (11,9% del 16,2% del sector dentro del espectro energético, lo que representa el 73,2% del volumen mundial).

El cambio de la matriz energética, de los combustibles fósiles a las energías renovables, se considera fundamental para la consolidación de la economía baja en carbono a nivel mundial y el cumplimiento de las NDC (Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional) asumidas por los países en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Clima firmada en 2015.

En promedio, un autobús diesel convencional consume 90 litros de combustible por día, generando cerca de 120 toneladas de dióxido de carbono por año, lo que equivale a plantar 847 árboles por vehículo.

Los autobuses propulsados por electricidad o biocombustible son las alternativas más desarrolladas y viables. En el caso de la electrificación, la ciudad de Santiago (CHI) cuenta con la mayor flota de buses eléctricos de Sudamérica, con 1.000 vehículos. El objetivo es duplicar su tamaño para finales de 2023 y la electromovilidad total para 2035. En conjunto, el gobierno local espera reducir las emisiones de CO2 en la ciudad en un 35%.

Otros países también han acelerado sus planes de electrificación de flotas. En Noruega, la capital, Oslo, tiene la intención de hacer que su flota sea 100% eléctrica para finales de este año. Países Bajos y Dinamarca (2030) y California (2040) pretenden hacer lo mismo, pero con poco más tiempo. El campeón de la electrificación es la ciudad china de Shenzhen: 16.300 colectivos. En Brasil, São Paulo tiene un modesto 1,6% de su flota de 14.500 autobuses hasta octubre del año pasado.

El papel de la inteligencia de datos en la transición energética de las flotas de autobuses es proporcionar un análisis cuidadoso de las características de las líneas, el tráfico local y la topografía de cada ruta, con el fin de determinar qué línea tendrá la mayor adherencia al modal electrificado.

Además, contribuir a dar mayor transparencia al proceso de cambio de matriz, con información clara a la población sobre los beneficios y ventajas de esta medida.

Técnicamente, significa indicar qué líneas son más contaminantes, identificar un historial de congestión en rutas y rutas con pendientes excesivas en la vía, por ejemplo, que pueden comprometer el rendimiento del vehículo, ya sea por la duración de la batería o por falta de potencia del motor.

Es sobre la base de este análisis que el gestor público podrá tomar la decisión más adecuada con respecto al equilibrio financiero de la operación y el cambio real de la flota al modelo de energía limpia, cuyo impacto positivo se puede sentir principalmente en la salud pública.

Esto se debe a que la contaminación del aire es la quinta causa principal de muertes prematuras en todo el mundo, solo detrás de la presión arterial alta, el tabaquismo, la diabetes y la obesidad. En 2019, representó el 7,8% de las muertes: 4,5 millones de personas. En Brasil, el porcentaje fue del 3,31%, con una tasa de 20,9 muertes por cada 100.000 habitantes, según el estudio «Global Burden Disease», publicado en la revista The Lancet.

Trancity

En 2020, en el apogeo de la pandemia de Covid, green4T ofreció gratuitamente a todos los municipios de las 26 capitales brasileñas y del Distrito Federal Trancity: una plataforma de integración de datos desarrollada por Scipopulis, una marca green4T, destinada a generar ideas en apoyo de la gestión del transporte público en las ciudades, con el objetivo de elevar la calidad del servicio con la población.

En ese momento, el objetivo era apoyar a las ciudades en la replanificación del servicio de transporte público a partir del uso de la ciencia de datos, con el objetivo de contribuir a una gestión más ágil de las flotas de autobuses y evitar la aglomeración de personas tanto en las paradas y estaciones, como en el interior de los vehículos.

Su trabajo consistía en utilizar grandes bases de datos de municipios y empresas de autobuses, como la ubicación de los vehículos, el número de autobuses por línea, el volumen de pasajeros transportados y las imágenes de las cámaras de monitoreo de video en la ciudad para ayudar a optimizar el servicio, reducir los tiempos de espera en las paradas y evitar la aglomeración de colectivos.

Tres años después, Trancity continúa procesando datos de varias ciudades brasileñas, como São Paulo (SP), Río de Janeiro (RJ) y Belo Horizonte (MG) São José do Rio Preto, Jundiaí y Bragança Paulista, en el interior de São Paulo, así como Santiago (Chile), Montevideo (Uruguay), Vilnius, Kaunas y Klapeida (Lituania) Gdansk y Varsovia (Polonia).

La plataforma ha ganado reconocimiento internacional. En 2021, su papel como herramienta de análisis de datos para reducir el impacto ambiental del transporte público, a través del monitoreo de emisiones contaminantes, invitó a Scipopulis a participar en el Global Scale-Up de la Alianza CivTech. El programa reunió a empresas y startups cuyas soluciones estaban contribuyendo a mejorar la calidad de vida de las ciudades. La reunión tuvo lugar en Glasgow, Escocia, durante la COP26.

MÁS INFORMACIÓN: Trancity – Gestión «como servicio» de la red de transporte público.

El factor económico

El factor económico en los últimos veinte años, el sector del transporte público se ha quedado atrás de otros segmentos relacionados con la digitalización y gestión de procesos. El impacto de este retraso se siente no solo en la calidad del servicio prestado, sino también en la dificultad para reducir costos, aumentar los costos de mantenimiento y pulverizar las inversiones en soluciones cuyo efecto es a corto plazo.

Además, una crisis de demanda desencadenada por la pandemia ha provocado que las empresas del sector en Brasil hayan perdido casi R$ 30 mil millones en los últimos años, según la Asociación Nacional de Empresas de Transporte Urbano (NTU).

En los Estados Unidos, el estudio «El costo económico de no modernizar el transporte público», preparado por la Asociación Americana de Transporte Público (APTA), indica que la deficiente modernización de la infraestructura de transporte del país podría resultar en pérdidas acumuladas de $ 340 mil millones para fines de este año.

Según la institución, cada uno:• $1 invertido en el sector se genera $5 en la economía local;• $10 millones en inversión operativa podrían agregar $32 millones a las ventas comerciales del segmento;• $1 mil millones podrían crear aproximadamente 50,000 empleos.

A associação estima, ainda, que US$ 39 milhões em gastos com transporte público acabam sendo endereçados às operadoras privadas.

Em uma análise publicada em 2018, a Organização para Cooperação e Desenvolvimento Econômico (OECD) sugere uma correlação entre sistemas de transporte público e produtividade econômica nos centros urbanos.

Conforme o relatório “Rethinking Urban Sprawl”, redes de transporte eficientes potencializam o acesso das pessoas a serviços, minimizam o tempo de deslocamento de casa para o trabalho e maximizam as oportunidades de emprego pela facilidade do deslocamento.

Neste sentido, as principais áreas metropolitanas da Europa apresentam uma significativa ligação entre a qualidade do transporte público e a produtividade no trabalho. Capitais como Londres, Helsinki e Oslo – cidades com excelente oferta de transporte coletivo – têm performance produtiva maior do que Atenas, Nottingham e West Midlands. Na média, a diferença de desempenho pode chegar a US$ 28 mil por trabalhador.

Outro relatório, do C40 – grupo que reúne grandes cidades mundiais para debater e combater as mudanças climáticas –, afirma que investir em transporte público sustentável pode gerar 4,6 milhões de empregos até 2030, além de reduzir o uso de carros particulares e o nível de poluição, protegendo os cidadãos mais vulneráveis.

Investir em tecnologia para modernizar e tornar mais inclusivo e acessível o serviço de transporte público é, portanto, não apenas uma estratégia de mobilidade, mas também uma tática para estimular a vitalidade econômica urbana, produzindo efeitos potentes, positivos e imediatos sobre a geração de riqueza das cidades.

Futuro sostenible

Como hemos visto, convertir el transporte público actual en un sistema inteligente, más eficiente, económicamente viable y libre de emisiones de gases de efecto invernadero es un paso esencial para el desarrollo de las ciudades.

Además, la transformación digital del sector colabora fuertemente con la alineación de los países con los objetivos marcados por Naciones Unidas en su llamamiento a acciones globales para acabar con la pobreza, proteger el medio ambiente, estabilizar el clima y garantizar la paz y la prosperidad para las generaciones futuras, definidos en el documento «17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)». En particular, cumplir con puntos específicos que aparecen en varios de ellos y que están relacionados con el tema. Podemos citar:

3.9 Para 2030, reducir sustancialmente el número de muertes y enfermedades causadas por productos químicos peligrosos, la contaminación y la contaminación del aire y el agua del suelo;

10.3 Garantizar la igualdad de oportunidades y reducir las desigualdades en los resultados, incluso eliminando leyes, políticas y prácticas discriminatorias y promoviendo leyes, políticas y medidas apropiadas a este respecto;

11.2 De aquí a 2030, proporcionar acceso a sistemas de transporte seguros, asequibles, sostenibles y asequibles para todos, mejorando la seguridad vial mediante la expansión del transporte público, prestando especial atención a las necesidades de las personas vulnerables, las mujeres, los niños, las personas con discapacidad y las personas de edad;

11.6 De aquí a 2030, reducir el impacto ambiental negativo per cápita de las ciudades, prestando especial atención a la calidad del aire, la gestión de los residuos municipales y otros.

13.2 Integrar las medidas relativas al cambio climático en las políticas, estrategias y planificación nacionales;

Con una gestión inteligente basada en datos, junto con los avances en el proceso de electrificación de la flota, será posible acelerar la transición a un escenario de transporte público de cero emisiones con más fuerza. Un objetivo que debe perseguirse, primordial para mitigar el impacto del calentamiento global en la vida de los habitantes de las zonas urbanas.

De cara al futuro, las ciudades que buscan resolver los desafíos de movilidad mejorando el transporte público estarán mejor preparadas, con sus economías más resilientes y sostenibles, para enfrentar los próximos problemas.